viernes, 2 de marzo de 2018

Jornada 26. Las Palmas-Barça. Un Barça primero relajado y después desquiciado da vida a la Liga

Jornada intersemanal de Liga, coincidiendo con la ausencia de partidos de octavos de Champions League, y para el Barcelona apenas 72 horas antes del trascendental partido del domingo en el Camp Nou ante el Atlético de Madrid, que viene apretando por detrás en la clasificación. Visita a las Islas Canarias en el desplazamiento menos corto de todos los que esperan en el Campeonato de Liga, y ante un equipo necesitado de puntos y de sensaciones positivas: la UD Las Palmas.


Las sanciones a la carta (Alba) y la acumulación de partidos (Rakitic y Piqué) configuran un once con rotaciones, pero en el que están presentes tanto Messi, como el amenazado de suspensión Suárez, que no consiguió el fin de semana anterior ser amonestado para descansar. La última vez que Suárez jugó con este árbitro fue amonestado en el minuto 1, lo que sin duda estuvo muy presente en el juego del uruguayo, un auténtico gatito, sin la agresividad, ni mal ni bien entendida, de sus actuaciones habituales, lo que le convirtió en un delantero mucho menos amenazante.

El partido, del que por cierto poco se había venido hablando en días anteriores, empezó con el equipo excesivamente relajado, aunque la sola presencia y actitud de Messi en los primeros 20 minutos no lo evidenció lo suficiente. La Bestia Parda leyó rápido que el daño se le podía hacer más arriba a los amarillos, y en tres magníficas cabalgadas dejó un saldo de dos faltas con amarilla al contrario, una asistencia de gol desaprovechada por Luis Suárez y dos disparos. El primero por encima de la barrera, magníficamente salvado por un acertado Chichizola, y el segundo buscando el palo del portero, jugando con la mente del portero y desalojando la familia de arañas de la escuadra derecha del marco canarión. 0-1 y partido encarrilado.

A partir de ahí, se empezó a vislumbrar claramente la relajación, y a florecer algunas actuaciones individuales poco convincentes, como la de Paulinho, quien, un día más, pareció más un obstáculo que una solución, continuando con su costumbre de no dar un solo balón en ventaja al compañero. También Digne escenificó que, Messi aparte, ninguna posición como el lateral izquierdo ofrece una distancia tan sideral entre su titular y su suplente, pues las numerosas situaciones en que era puesto en ventaja el francés en ataque no significaron nunca el más mínimo peligro real para el contrario. Se llegó al descanso con un flojo encuentro azulgrana, al menos resuelto en el marcador por el golazo del de siempre.

Nada más comenzar la segunda parte empató el equipo local de penalti, y empezó la segunda fase del partido barcelonista, la del desquiciamiento. Un desquiciamiento que se suele repetir en demasiadas ocasiones cuando el arbitraje corre a cargo del trencilla del partido de anoche, y que es algo que deberían trabajar los azulgranas, pues se convierte en un problema evidente en demasiadas ocasiones, cortocircuitando el juego del equipo durante largos periodos de tiempo, sin ninguna otra razón. Las entradas de Coutinho y Dembélé tampoco dinamizaron en exceso el juego, desembocando en un empate final con gusto muy diferente para ambos contendientes. Los locales, saludando desde el centro del campo, y los azulgrana cabizbajos hacia el túnel de vestuarios.

En el plano individual, además de los arriba comentados Paulinho y Digne, es necesario comentar el mal partido de Sergi Roberto, viva imagen de las dos fases comentadas de relajación y desquiciamiento, que entregó una de sus peores actuaciones de la temporada, y las dificultades de Umtiti en el perfil diestro, demostrando una vez más la inconveniencia de hacer coincidir en el centro de la defensa a dos jugadores zurdos, normalmente mucho más laterales que los diestros y menos acostumbrados a jugar cambiados de perfil por una cuestión meramente estadística. Por parte de Las Palmas, además del buen partido de Chichizola, destacó la entrega y acierto del lateral uruguayo Aguirregaray, inconmensurable en situaciones límite, el despliegue en mediocampo de Etebo, y el incordio constante en punta de Calleri.

De este porte se llega al partido del domingo, que va tomando carices más decisivos, ante un Atlético en gran forma, y desempolvándose el pesimismo atávico culé; ese que ni siquiera más de una década de Leo Messi ha conseguido desterrar del imaginario barcelonista y que puede perfectamente apreciarse en tertulias de ondas o de barra, o en redes sociales. Lo que está claro es que será un partido de poder a poder, como decían los clásicos, y aquí estaremos para comentarlo tras el fin de semana.

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