martes, 9 de abril de 2019

Jornada 30. Villarreal-Barça. Un golazo que valdrá una Liga en un partido trepidante pero descontrolado

El Barça se presentaba en Villarreal a un partido que se presumía muy poco apacible. Por un lado, un rival incómodo, que en la historia reciente podría ser junto a la Real Sociedad los dos equipos que más se le suelen atrangantar a los azulgrana, y añadiendo como aderezo que se jugaba la vida tras ver perder una ventaja de 0-2 en Balaídos el fin de semana y pasar de estar cómodamente por encima del descenso a jugárselo en las próximas semanas. Por otro lado, el partido se encuadraba entre el derby barcelonés y el partido que puede finiquitar la Liga ante el Atlético, en vísperas del inicio de los cuartos de final de la Champions League.


Así, todo indicaba que sería el partido para dar descanso a los más cargados de minutos como Messi o Piqué, que además se encontraba a una sola tarjeta de la suspensión. En su lugar, un Malcom reforzado por sus buenos minutos ante el Espanyol y un Umtiti que volvía a la titularidad, esta vez en el sector derecho del centro de la zaga, ocupada por dos jugadores zurdos.

Uno ya ha explicado bastante la problemática de jugar con dos centrales zurdos, pero voy a explicitarlo una vez más. Existen dos cuestiones que desaconsejan la alineación de dos centrales zurdos: la lateralidad y la prevalencia de los zurdos. La primera se refiere a que por lo general, los zurdos suelen estar más lateralizados que los diestros, es decir que tienen más dificultades para manejarse con perfiles cambiados. Podríamos decir que los zurdos son más zurdos que los diestros, diestros. Y eso, en la vida real, en que nos han puesto la vida al revés, mal que bien lo vamos superando, pero en el deporte, donde no existe esa necesidad, se nota mucho más, y más en la posición de central donde poca ventaja se le puede sacar a jugar con el perfil cambiado. Y el segundo, es el de la prevalencia. Los zurdos somos aproximadamente el 13% de la población mundial, por lo que es difícil que coincidan en un misma posición de defensa central dos zurdos en un equipo, con lo que los zurdos están mucho menos habituados a tener que jugar con el perfil cambiado, que un diestro, cuya prevalencia en la población es mucho mayor y puede coincidir más veces con otro central diestro, y tener que jugar por la derecha, incluso habituándose a ello. Las últimas parejas de centrales del Barça: Puyol-Márquez, Puyol-Piqué y Piqué-Mascherano son todas parejas de diestros de hecho.

El partido empezó ya un tanto torcido con el Villarreal más metido en el partido y llegando al área de Ter Stegen, hasta que un gran pase en profundidad de Sergi Roberto a Malcom, permitió al brasileño profundizar y dejar en bandeja el gol para Coutinho y poner por delante al Barça. El gol aturdió al Villarreal, y en especial a su defensa que minutos después se encontraba con un segundo gol en contra en un magnífico centro de Arturo Vidal, cruzado de cabeza por un Malcom que sumaba gol y asistencia en un cuarto de hora. Parecía todo decidido y más cuando Coutinho estrelló en el poste un seguro tercer tanto. Sin embargo, el Barcelona, abandonado al descontrol durante todo el partido dio vida al Villarreal, en un intercambio de golpes que los azulgranas suponían que les sería favorable. Llegaban los amarillos, y en una contra del fabuloso Samuel Chukwueze que se rifó durante todo el partido a ambos centrales, pareciendo el mismísimo Garrincha redivivo, recogió un rechace del palo para acortar las distancias y devolver a su equipo al partido.

Se llegó al descanso con ventaja de 1-2, pero a la salida del vestuario, el Villarreal volvió a coger otra contra de Toko Ekambi, que no se sabe bien si voluntariamente engañó a un Ter Stegen que compró el centro y desguarneció su primer palo por donde entraba la pelota. El Villarreal había vuelto de entre los muertos y culminaba minutos después la remontada (justo al contrario que en Vigo) con un gol de Iborra, justo tras tener que tirar Valverde de Leo Messi para arreglar el desaguisado.

El Barça se tiró al ataque desesperadamente, dejando huecos que la pareja de delanteros aprovechaban, y que solo un gran Ter Stegen evitó que finiquitaran el partido, circunstancia que parecía acontecer cuando el recién entrado Carlos Bacca, siguiendo la estela de sus compañeros de vanguardia, se plantaba solo ante el alemán, y ponía dos goles de diferencia a favor del submarino amarillo, que parecían ya insalvables para los azulgranas en apenas 10 minutos.

Pero este equipo, además de muchas cosas tiene un coraje y una resistencia a la derrota que muchas veces no se tiende a ponderar en su justa medida. Y es que este Barça es una bestia competitiva de primer orden. Empezó la BP, en su tercer falta consecutiva en las últimas tres jornadas. Esta vez a la escuadra del palo del portero, palo incluído. Ni todos los conciudadanos palentinos de Sergio Asenjo, habrían evitado ese gol en un golpeo desmesuradamente perfecto. Quedaba apenas el descuento, tan solo de 3 minutos incomprensiblemente tras lo acontecido en el campo con cambios, expulsiones y revisiones de VAR incluídas. Pero en ese tiempo, Messi disparó alto, Alba obligó mano a mano a Asenjo a realizar una gran parada, y en el último saque de esquina del partido, un balón llovido en la frontal era empalado violentamente de zurda por Luis Suárez para empatar el partido, llevar la desolación a los jugadores y aficonados groguets, y seguramente asegurar el campeonato de Liga para los azulgranas.

Fue un partido trepidante para el espectador neutral, donde los ataques se impusieron a las defensas, y tan solo los porteros con sus actuaciones de mérito evitaron que el resultado hubiera sido todavía más abultado e histórico. Curiosamente, ya se dio un 4-4 entre estos dos equipos en el año 2001, con hat-trick de Kluivert, remontando un 3-0 inicial y empatando también en el descuento. Y no solo eso, sino que días más tarde volvería aquel oscuro primer Barcelona de Gaspart a empatar rementando en el último minuto a 4 en el Camp Nou contra el Zaragoza.

El #Bestiapardómetro, pese a la suplencia de Messi, siguió sumando guarismos fuera ya del alcance de nadie, nunca:



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