martes, 30 de abril de 2019

Liga 2018-19. Jornada 35. Barça-Levante. Campeones con gol de la BP como no podía ser de otra forma. 8 de 11.

La primera Liga que yo viví, no es que me pillara andando y hablando, ni siquiera sabiendo leer y escribir, sino que ya podía abordar la mayoría de las operaciones matemáticas que puede realizar una calculadora, empezaba ya a estudiar sintáxis y una segunda lengua extranjera en la España de los 80. Mi hija mayor de siete años, ya ha vivido 5, mi mediana de 5 ha celebrado conmigo 4, y la pequeña, que tiene 2 años, ya lleva 2 Ligas. Este contraste es lo que nos trajo Johan Cruyff en un principio, quien nos empezó a acostrumbrar a esa felicidad cotidiana que el advenimiento de Leo Messi ha sublimado. 8 de 11 rezaban las camisetas conmemorativas (ya convenientemente encargadas como regalo tardío de Sant Jordi), en un acierto por parte de los responsables de marketing blaugrana, desafortunadamente eclipsados por una deslucida y ñoña celebración al final del partido.


El Barça se encontraba ante su primer match-ball a la Liga, tras haber conseguido el Atlético vencer en sus dos anteriores envites ligueros. Esta vez, estaba en la mano de los azulgrana finiquitar la Liga, cuestión más que conveniente ante la inmediata semifinal de Champions que siempre es recomendable que ocupe la totalidad de la atención del equipo para poderla afrontar con las mejores garantías. Valverde quiso de nuevo reservar a Messi, dejando a Suárez en punta junto con una especie de casting para ver quién será el acompañante del uruguayo y el argentino ante el Liverpool. Coutinho y Dembélé, volvían a coincidir en bandas y debían competir por el puesto, junto con el lateral derecho, quizás más abierto del once de gala azulgrana. En el medio campo también descansaba Busquets, repitiendo el centro del campo que una semana antes tan poco acierto tuvo ante la Real Sociedad en el Camp Nou.

El Levante, por su parte, parecía que rotara a su pareja atacante, pues tanto su goleador Roger, como su gran estrella el Comandante Morales comenzaban el choque desde el banquillo. Aun jugándose la vida, los granotas priorizaban sus dos próximos choques ante rivales directos como Rayo y Girona a la muy improbable consecución de algún punto en el Camp Nou. Pero siempre pueden contar con la más que segura buena actuación de su portero Aitor, que se trasnforma en una especie de Lev Yashin cada vez que se enfrenta al Barça, cuajando siempre magníficas actuaciones. Esta vez no sería menos.

El partido empezó con un Barça muy activo e incisivo, exigiendo desde el principio a la ordenada defensa levantinista. Suárez, Coutinho y en menor medida Dembélé, llegaban a las lindes de la portería visitante y parecía cuestión de tiempo el gol azulgrana. El juego se iba diluyendo, pero no las llegadas, y el Levante, no es ya que no llegara a Ter Stegen, es que ni siquiera pasó de medio campo en toda la primera parte en el Camp Nou. Pero con 0-0 se llegó al descanso.

Valverde, al final, parece que tenía muy claro el casting de la delantera, y cambió a Coutinho en el descanso, en una inequívoca señal de quien será el titular ante el Liverpool. En su lugar, para alegría de la parroquia, salió la Bestia Parda, y tardó un cuarto de hora en poner las cosas en su sitio, tras asediar la meta granota, cazó un balón suelto en el área, recortó con la izquierda y a la velocidad de la luz ajustó con la izquierda a la base del poste para poner por delante al Barcelona en lo que a la postre sería el gol que decidió el Campeonato de Liga.

Sin embargo, de ahí al final, el Levante se despertó y empezó a llegar a la meta de Ter Stegen, si bien concediendo huecos atrás que en cualquier momento podían sentenciar el partido. Pero el Barça no acabó de apuntillar a su rival, y sufrió un par de sustos mayúsculos con un mano a mano desperdiciado por Morales, que entró como Messi tras el descanso; y sobre todo un remate del también sustituto Bardhi en el descuento, que entre el poste y Ter Stegen consiguieron con un punto de suerte dejar a buen recaudo los tres puntos que significaban la consecución del título.

Acabó el partido, con festejos espontáneos de jugadores con sus familiares, hasta que un bastante flojo speaker junto con una canción bastante ñoña e inadecuada para el momento que se estaba viviendo, acabaron con la euforia de la grada y el campo, que ni siquiera un animado Gerard Piqué consiguió reanimar. Una pena que una celebración organizada echara al traste con la eufórica celebración de un Camp Nou casi lleno. Cosas del marketing.

Para terminar, me gustaría dejar un dato muy sintomático. Antes de la llegada de Johan Cruyff al Barcelona como entrenador en 1988, se habían ganado 10 Ligas desde la primera de 1929, precisamente ganada por el Barça. Desde su llegada, son 16 en menos de 30 años las que hemos celebrado, lo que deja una señal inequívoca de lo que significó Cruyff para espantar los demonios de un club perdedor. Demonios que definitivamente ha ahuyentado un Leo Messi, que ha ganado 10 de las 15 Ligas que ha jugado, perdiendo otras 3 en la última jornada, en la demostración de la bestia competitiva que estamos disfrutando todos los culés, y que nos ha afianzado en este felicidad cotidiana que personalmente tanto agradezco en mi visión hedonista del fútbol, y que también expresa esa camiseta con el "8 d´11" que en breve ocupará mi armario.

Además, mientras consigue Ligas y nos hace felices, la BP sigue engrosando su #Bestiapardometro hasta llegar a niveles de nunca nadie a final de abril:



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