jueves, 31 de octubre de 2019

Jornada 11. Barça-Valladolid. La genialidad funcionarial de la BP aclaran un panorama poco alentador

Tras el polémico aplazamiento del Barça-Madrid del fin de semana, apenas 4 días después volvía la Liga al Camp Nou, con la visita del Valladolid de Sergio González, que el año pasado ya puso en problemas al Barça con un entramado defensivo muy ordenado y que tan solo Messi, y de penalti pudo romper. Además, con la buena victoria del fin de semana ante el Eibar en casa, se presentaba en Barcelona sin ninguna urgencia y dispuesto a jugar su partido sin nada que perder.

Valverde ya sorprendió en la víspera dejando fuera de la convocatoria a Arthur, un titular habitual con su gran inicio de temporada. Su lugar en el mediocampo fue ocupado por el siempre dinámico, intenso y compulsivo Vidal, con la clara intención de cargar el área, alborotar la zona de Messi y presionar lo más arriba posible. También fue novedad la presencia, tras más de un mes inédito de la perla Ansu Fati que relegaba por segundo partido consecutivo en el Camp Nou a Griezmann al banquillo.

El partido se puso muy rápido de cara, al igual que en Praga la semana anterior, pues sin que el Valladolid tuviera posesión de balón, en un corner tras un despeje fallido, el balón cayó a los pies de Lenglet que, en el prologo de un sobresaliente partido, remató de primeras topando en el cuerpo de un defensa pucelano y alojando el balón en la portería de un Masip todavía impoluto. 2 minutos, y en en su primera posesión, tras saque de centro el equipo visitante ya había visto tirado por la borda su plan inicial de partido.

Sin embargo, otro balón parado parado al borde del cuarto de hora, botado desde el lateral del área acababa tras un barullo rebotando en la pierna de Kiko Olivas y alojándose en la portería de un Ter Stegen inédito durante todo el partido. El partido volvía a donde Sergio había planeado, y un demasiado plano Barça no encontraba la manera de meterle mano. Pero por ahí merodeaba un pequeño futbolista con la camiseta azulgrana y el diez a la espalda.


Tras haber mapeado ya el partido, y entendido por dónde tocaría merodear para causar el mayor daño, Messi decidió en el último cuarto de hora desatar un maremágnum de arte que ya lo podría haber firmado el quattrocento florentino. Desde la estética más pura, al traslado al marcador de su tremendo dominio sobre el encuentro, pues aprovechando una de las previsibles y repetidas cargas al área de Vidal, Messi le colocó el balón por encima de la defensa para que el chileno en gran remate con el exterior alejara el esférico del alcance de Jordi Masip. Y pocos minutos después colocó en la escuadra vallisoletana una falta que significa la número 50 de su carrera, lo que le colocan entre los máximos goleadores de falta de la historia.

La cosa acabó, por el momento, con un inverosimil caño con el exterior y saliendo de campo propio que provocó un "ooohhh" generalizado y la rabia del sujeto pasivo a cuya rabia por recibir el caño le sumaba la certeza de abrir informativos repetidamente en los próximos días. 3-1 al descanso por obra y gracia del astro argentino.

La segunda parte se inició con el habitual paso atrás y dosificación del equipo, confiado en su defensa y en la seguridad de o bien matar rápido el partido, o en caso de ser necesario por un segundo gol visitante, volverse a conectar. Un riesgo innecesario a mi modo de ver, pero que muchos ven como algo positivo. Veremos en mayo.

En cualquier caso, Messi volvió a conectarse en los 15 minutos y con esa ya habitual genialidad funcionarial nos dejó otro gol para la posteridad con un control con el muslo mientras se giraba y acomodaba el cuerpo para fusilar a Masip que quizás es la acción técnica más perfecta y difícil que hemos visto en lo que va de año, pero que queda diluida entre la vorágine de goles, regates, asistencias y demás delicatessen que va desparramando en cada partido que juega. Y para cerrar, una última asistencia a Suárez entre todos los defensas, e incluso Vidal que vio pasar el balón junto a su pie para que el uruguayo solo tuviera que desviar ante la media salida de un vendido Masip, que aun así evitó un resultado más abultado con alguna parada de mérito.

Por último me gustaría resaltar la amenaza y valor posicional de un Ansu Fati que estuvo mucho menos acertado que en anteriores ocasiones en el desborde, pero que a su valentía le añade un saber jugar y dónde jugársela, todavía más impropio de un chico que hoy mismo cumple apenas 17 años, y que a mi modo de ver demuestra la necesidad de jugar al menos con un extremo que de inicio ofrezca amplitud al juego, además de la profundidad que el jovencísimo Ansu aporta desde ya mismo. Un partido que nos confirma que no estamos en la flor de un día, sino un proyecto de jugador de dimensiones todavía por descubrir.

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