lunes, 17 de abril de 2017

Jornada 32. Barça-Real Sociedad. Las sensaciones alejan Liga y remontada, pero queda Messi...

Al igual que después de cada gran triunfo viene un periodo que yo llamo "refractario", que se suele escenificar en el bajón de rendimiento en el siguiente partido; tras cada caída importante, observamos, asimismo, un periodo de duelo, con efectos en el juego parecidos al del periodo refractario. Lo pudimos vivir tras la debacle de París, en el infame partido contra el Leganés, en el Estadi, y se consumó de nuevo el pasado sábado ante un rival mucho más peligroso, como es la Real Sociedad.


La noche lo tenía todo para consumar un gran desastre: depresión post-castañazo europeo, ausencias significativas en el once como Neymar (sancionado) e Iniesta (resguardado), poca expectación por ser Semana Santa y un rival que en mi opinión nos había dado el mayor baño de toda la Liga en la primera vuelta, la Real Sociedad de Eusebio.

Y el partido comenzó con dudas defensivas, y un par de ocasiones claras de la Real por medio de su brillante joven jugador Oyarzábal.  También un par de destellos de Messi anunciaban que él no estaba de Semana Santa, de duelo, ni de nada que no fuera resolver el partido. Así, cuando las dudas comenzaban a asomar el Estadi, Messi, tras gran jugada de Alcácer, recibía en la frontal, y con un golpeo sensacional, que iba alejándose del portero, alojaba el cuero en las mallas de Rulli, quien sin tiempo de recuperarse, volvía a recogerlo de dentro de la portería en un robo y remate de Luis Suárez, empujado por Messi para el segundo gol.

Parecía que se ahuyentaban los fantasmas de un tropiezo definitivo para la Liga, pero en una jugada embarullada, Umtiti acababa metiéndose la pelota en propia puerta y dando vida a la Real. Sería por apenas un par de minutos, porque Messi volvía a habilitar a un compañero en franquía, esta vez Alcácer. El valenciano resolvió como el delantero de nivel que es, dando el que parecía definitivo golpe de gracia a la Real al borde del descanso. Nada más lejos de la realidad, pues ya en el descuento, una buena combinación txuri-urdin, aderezada con la últimamente habitual caraja defensiva azulgrana, habilitaba a Xavi Prieto, quien con un toque sutil, embadurnado de la clase del capitán donostiarra, volvía a dejar el partido abierto.

Tan abierto, como que en la primera media hora de la segunda parte, la Real gobernó a su antojo el partido, si bien tampoco haciendo demasiado daño arriba, pero dominando el balón en campo azulgrana y llevando la zozobra a las gradas. Afortunadamente, la Real no aprovechó su momento, y la entrada al campo de Iniesta y, en menor medida, de Denis, favoreció la vuelta de cierto control azulgrana, dejando en casa los tres puntos, que al menos no minan la confianza ante la, posiblemente, semana más decisiva de la temporada, con la visita de la Juve, aponsentada en una considerable ventaja en la eliminatoria de Champions, y el Madrid-Barça del próximo domingo, en el que el Barça está obligado a ganar para mantener vivas las esperanzas ligueras hasta la última jornada.

Otro partido más para olvidar, donde una de las notas destacadas fue la alineación de dos interiores de fuera de la Masía (André Gomes y Rakitic) que apenas conectaron entre sí, pues ni siquiera se dieron cuatro pases. ¿Os imagináis un partido del Barça con Xavi e Iniesta sin pasarse el balón ni cuatro veces? No, verdad... pues este es el legado en el juego que nos deja Luis Enrique, la pérdida de la identidad, de un modelo que nos llevó a cotas inimaginables para el pesimismo atávico culé. Yo, siempre estoy de acuerdo con evolucionar las ideas, pero que no nos quieran vender una mentira, ya no jugamos a lo mismo. Pero tenemos a Messi...

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