miércoles, 12 de abril de 2017

Juve-Barça. Los errores abocan al Barça a un nuevo milagro

Tras la debacle de París, el Barcelona debería haber aprendido la lección, y no verse sorprendido en otra mala noche europea ante un rival de tronío, como la Juventus en la ida de los cuartos de final de la Champions League. Pero bien es sabido que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y el Barça del Juventus Stadium de anoche fue de una humanidad desbordante.



En una noche plena de errores, desde la alineación a la ejecución tanto ofensiva como defensiva de un sinfín de acciones simples desde el punto de vista futbolístico para jugadores de este nivel, el Barça se trajo de vuelta a casa otra mochila de goles similar a la de Paris, aunque con diferentes argumentos.

El rival. La Juventus es un equipo que, tras reconquistar la supremacía en Italia, tras el triste episodio del Moggigate que dio con los piamonteses en la segunda división, llevan unos años intentando asomarse al balcón europeo con éxito dispar, pues ha sido eliminado tanto en finales como en fases previas. Sin embargo, ha sido capaz de reinventarse tras la salida de Conte y muchas de sus estrellas como Pogba, Pirlo o Vidal. Se presentó en el partido con una enorme presión altísima, que dejó al Barcelona sin pasar el mediocampo hasta ya ir en ventaja en el marcador. Luego, perdonó la vida al Barcelona, ya que Allegri, como buen italiano, recogió a sus huestes para conservar la ventaja, y pudo ser castigado en varias acciones claras que habrían penalizado su conservadurismo. Pero al final, se llevó un extraordinario resultado, que deja su clasificación a tiro de un mínimo ejercicio de supervivencia en Barcelona; escenario mil veces vivido y dominado por el equipo turinés.

La alineación. Luis Enrique decidió arriesgarse en Turín y mantener el 1-3-4-3 pese a la vital ausencia de Busquets, auténtica clave de bóveda culé, al liderar tanto la salida de balón, como la presión tras pérdida que minimiza los riesgos de una transición rápida del equipo contrario. Para sustituirle, eligió al perfil más alejado del de Badía, Mascherano, con la intención de que el argentino sometiera con su agresividad a su compatriota Dybala, gran protagonista del partido. También escogió a Mathieu, imagino que para darle más estatura al equipo, pero perdió la salida por banda izquierda hacia Neymar que venía ofreciendo Umtiti, y además, el francés puso en evidencia todas sus carencias en el pase y en la defensa, como se pudo ver en el primer gol donde recular ante Cuadrado hasta casi el área pequeña.

Mathieu y Mascherano, junto a Luis Enrique son los dos jugadores que quedaron anoche más señalados. El primero, por lo arriba mencionado, y el segundo por ser incapaz de sacar el balón jugado, algo previsible, pero además, por quedar retratado en los dos goles de Dybala, por falta de concentración, agresividad o ambas. No me gusta ser tan duro con los jugadores, pero tanto el francés, éste en mayor medida, como el argentino han demostrado que no tienen a día de hoy nivel para las grandes noches europeas ante rivales de postín.

Messi e Iniesta. Pese a estar demasiado desconectados el uno del otro, más por distancia en el campo que por otra cosa, fueron dos jugadores que fueron capaces de jugar un partido muy por encima del que las circunstancias le planteaban. Andrés, consiguió dar altura al juego a partir del cuarto de hora, y siempre jugó donde y como el partido exigía, aunque muchas veces, sus pases acababan en compañeros que desandaban el camino trabajosamente labrado por el manchego, con pases atrás de Mathieu, Rakitic (otro gran damnificado del partido), Mascherano o, en mucha menor medida, Sergi Roberto. Messi, desterrado incomprensiblemente al exilio de la banda derecha sin salida de balón en los fatídicos primeros minutos, se fue incorporando al centro, y comenzando a liderar todos los ataques barcelonistas, pese a la agresiva presión juventina en cuanto se disponía a recibir. Fue partícipe en las 9 ocasiones que las estadísticas dan al Barça, y estuvo al nivel que uno puede pedir a su líder.

Neymar parece haber entrado en una fase preocupante. Tras su pobre partido en Málaga, autoexpulsándose en dos acciones muy evitables, se presentaba en Turín ante una gran posibilidad de revancha por lo sucedido el fin de semana. Sin embargo, volvió a ser el Neymar de comienzos de temporada, siendo claramente superado por un Dani Alves que sí fue capaz de cobrarse su venganza personal. Esperamos todavía algo especial del brasileño, más todavía tras saber que se va a perder el partido decisivo del Bernabéu. Solo le queda una oportunidad: la vuelta contra la Juventus.

Los únicos puntos positivos fueron Umtiti, una vez más dando el nivel que se espera de un central del Barcelona, y que evitó numerosas situaciones de riesgo que hubieran desembocado en seguras ocasiones de gol, y el crecimiento de Sergi Roberto, el único jugador que pareció vaciarse, y entender lo que necesitaba el partido. No todo fueron malas noticias anoche en Turín.

En resumen, un planteamiento infame, tres errores individuales en los tres goles, el desacierto en los metros finales unidos a la inmensidad de portero que sigue siendo Buffon, desembocaron en un resultado horrible, que aboca al Barcelona a otro improbable milagro en la vuelta. Y habrá que pasar rápido del duelo a la fe inquebrantable en una semana. Al menos saben el camino.

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