jueves, 21 de junio de 2018

Mundial de Rusia'18. Episodio 4. Pocos goles y menos fútbol.

Día prometedor con el segundo partido de la selección española y otros dos de los outsiders (que no favoritos) como Uruguay y Portugal, amenazando desde esa segunda línea a los 5 grandes (Alemania, Brasil, España, Francia y Argentina) para en una buena quincena, quedarse con la sucesora de la Jules Rimet durante los próximos 4 años.


Portugal abría la jornada. Con un Cristiano en racha, mejor que en 2016, donde llegó mucho más cascado que este año, esta vez tiene a prometedores colaboradores en ataque como Bernardo Silva o el valencianista Gonçalo Guedes, quien personalmente me recuerda mucho al primer Cristiano del Sporting de Portugal. Sin embargo, los años no pasan en balde para sus centrales, y Pepe, Fonte o Bruno Alves ya están muy por encima de la treintena, lo que abre vías de agua delante de un Rui Patricio que siempre está a la altura con su selección. Ya en el primer partido, solo el brutal acierto de un sensacional Cristiano evitó la derrota ante España, que fue muy superior.

Uruguay, a media tarde se enfrentaba a un rival teóricamente fácil. De hecho parecía una oportunidad para consolidar a ese nuevo Uruguay de los centrocampistas, que pueda poner la guinda a su magnífica defensa y delantera. Un gris partido ante un muy buen Egipto resuelto a balón parado en el último minuto, les ponía en franquía la clasificación temprana para octavos con una victoria. Un equipo al que no me gustaría enfrentarme a partir de octavos. Demasiado oficio para la lírica española.

Y por último, a final de jornada, España. Tras el terremoto del affaire Lopetegui, levantarse dos veces a un penalti tempranero y a una cantada histórica de su portero, a partir de su juego, Irán parecía un rival propicio para calmar su espíritu, pese a su victoria in extemis y muy inmerecida ante Marruecos en la primera jornada. Casi 20 titulares pueden tener sus opciones con España, lo que a mi juicio, tampoco es una señal tan buena, y menos en un país tan lleno de selccionadores.

Portugal-Marruecos: 1-0
Un animoso desde el saque de centro Marruecos se vio abajo en el marcador en el primer balón que tocó Cristiano, en un inapelable remate de cabeza a la salida de un corner. Parecía que podían hundirse, pero sin embargo, desde ese momento asediaron a Portugal, que apenas pudo volver a acercarse a Munir. Según pasaban los minutos, más se aculaba atrás Portugal y Cristiano, abandonado a su suerte no podía volver a intervenir. Rui Patricio y el desacierto sobre todo de Benatia sellaron una increíble victoria portuguesa en un partido que dejó una memorable actuación de Nordin Amrabat percutiendo una y otra vez por la banda derecha magrebí. Marruecos ha hecho a mi entender, dos buenos partidos, pero su falta de gol (ay, si hubiéramos colaborado en la repatriación de Munir El Haddadi) le condenó a la eliminación.


Uruguay-Arabia Saudí: 1-0
Partido muy espeso. El Uruguay de los centrocampistas jóvenes duró una hora, y es que el Maestro Tabárez no puede evitar ser un amarrategui; como se suele decir, la cabra tira al monte. Perpetrado atrás, lanzando a sus 2 grandes delanteros, el relativamente temprano gol de Suárez a la salida de un córner acentúo el planteamiento de ahorro de energía charrúa. Enfrente, Arabia solo pensaba en no volver a salir goleada. Quería jugar, pero la falta de calidad y físico, apenas hacía cosquillas a los celestes. Teniendo en cuanta la clasificación, y viendo que el average con Rusia estaba perdido, el partido fue languideciendo sin más. Otro tostón uruguayo.



Irán-España: 0-1
La jornada iba a peor, pero quedaba España. Irán, líder de grupo tras su victoria tenía clarísimo el plan: cerrojazo clásico con 3 matices: gran agresividad, repetidas pérdidas de tiempo y mucho teatro en cualquier choque. Desesperante, pero entendible para la diferencia de nivel entre ambas selecciones. Lo más parecido en la última década, la noche de los aspersores en el Camp Nou con Mourinho y su Inter, con mucho más nivel, pero con la excusa de la inferioridad numérica. Enfrente, una España muy espesa, con un buen Isco, pero que no acaba de sacar rédito a su hiperactividad, con una novedad en banda derecha con la redundante presencia de Carvajal y Lucas, y sin Koke, el mejor lanzador de Costa y además un seguro a balón parado. España se desesperó, haciéndole el juego a los iraníes. Solo un arreón de 15 minutos al inicio de la segunda parte deparó una buena jugada de ataque de Iniesta, horrible el resto del partido, y el enrachado Costa, de rebote tras girarse metía el balón que parecía iba a tranquilizar a la selección. Sin embargo, los iraníes transformaron su cerrojo en una formación dinámica que puso en demasiados aprietos al dubitativo De Gea, que sigue sin realizar parada alguna en el Mundial. Victoria importantísima en el quizás peor partido del Mundial.


Mañana, más.


No hay comentarios:

Publicar un comentario